Para muchos será un destino desconocido, para otros un destino del cual han oído hablar pero desconocen todo lo que esconde, y para otros como en mi caso, ese lugar en el que me siento adoptada como si de allí fuera. Y es que siempre he guardado una relación especial con el municipio de Inca y con los que allí residen, por eso, mi nueva aventura formando parte del Blog Trip de Som de Mallorca no me podía hacer más ilusión. 

Para ir abriendo apetito, la organización nos había preparado alojarnos en ese lugar en el que por muchos bocados que pegues, nunca te cansas de morder. Nuestra sede durante el fin de semana se ubicaría en otra de mis zonas favoritas de la isla y con la que tengo alguna cuenta pendiente – seguir con mis clases de Kitesurf.  

Situado en frente de la playa, entre la bahía de Pollença y el Parque Natural de la Albufereta en Mallorca, el Hotel Port Blue Pollentia Resort, es sin ninguna duda, un lugar único que hace evadirte y trasladarte al lugar que todos soñamos, el auténtico paraíso. Pero claro, deberéis entender que habiendo leído que su SPA tiene más de 3.000 m2 y que puedes disfrutar de unas vistas más que privilegiadas de la bahía mientras disfrutas de unos minutos de jacuzzi… mi mente ya tenía un objetivo fijado… poder relajarme y desconectar tras unos duros meses de obligaciones profesionales, académicas y como no… de toques de queda y de confinamientos. ¿Quién no se siente identificado con estas sensaciones? 

Hotel Port Blue Pollentia Resort

Realmente si sales de Palma, en poco más de una horita, puedes encontrar este Resort, que por un momento, me hizo sentir que me trasladaba a Cancún, eso sí, guardando las distancias con Mallorca y sin tener que pasar por aeropuertos. Una de las cosas que más me gustaron al llegar al hotel, es que por fin, sentía que la vida anterior tras la pandemia era posible. Es cierto, que las mascarillas, el gel hidroalcohólico y las medidas sanitarias marcan aún la diferencia, pero eso es algo que el personal del hotel cumplía a la perfección, incluso trasladando una cálida sonrisa escondida a mi llegada a recepción. 

Al más puro estilo mexicano, con mi conductor y mi buggy, llegué a mis aposentos ‘Village Plus’ rodeados de palmeras plataneras y con un enorme balcón con vistas a la bahía. Pero yo seguía pensando en el Ocean Spa & Wellness…

Y llegó el momento, en grupo nos fuimos a disfrutar de la jornada de SPA y de la primera toma de contacto en el Resort, y la verdad… creo que pocas palabras que os redacte podrán describir mejor estas fotografías… Así que echarles un ojo… 

La verdad es que cuando llevas tanto tiempo sin hacer lo que antes de esta pandemia para ti era algo habitual, lo valoras más, y así fue como estiramos y estiramos nuestro turno programado en el SPA, y aunque ese día el cielo lluvioso no nos dejó ver el atardecer… valió la pena. 

El Museo del Calzado de Inca

Tras un completo desayuno sin intentar estropear los largos días de dieta que nos hemos marcado esta primavera, pusimos rumbo a nuestra primera parada, el Museo del Calzado de Inca. Eso sí, esta vez nada de coches, ya que, gracias a Ibacar, nos desplazamos de un lugar para otro. 

Al llegar, Miguel Ángel Cortés, regidor de Turismo y promoción de la ciudad nos quiso dar la bienvenida y ya nos avisó que nos acompañaría estos días para mostrarnos todo lo que Inca tenía por y para descubrir.  A partir de allí, durante dos días realizaríamos un recorrido por las entrañas y las raíces del Raiguer. 

El Museo del Calzado y de la Industria es clave para conocer la verdadera esencia del municipio. Está ubicado en un antiguo cuartel militar y es un edificio de dos plantas por los que recorres cada uno de los momentos del pasado que marcó esta industria desde el siglo XIII hasta la actualidad. Herramientas preindustriales, maquinaria industrial, fotografías, diseños, una colección de zapatos de antiguos y actuales fabricantes de calzado, revistas de moda, publicidad, obras de arte y curiosidades relacionadas con el mundo del zapato es todo lo que pudimos ver. 

Me gustaría destacar tres acciones realizadas por el Museo que captaron mi atención por su originalidad y gran trabajo: por un parte el proyecto “Un objeto, tres visiones: museo virtual de integración” que ganó el Premio Ibermuseos de Educación 2020, en el que participaban 210 proyectos de 16 países diferentes y que ganó por dar valor y reconocer el trabajo artesanal de producción del calzado típico de la localidad integrando diferentes grupos: antiguos trabajadores de la industria del calzado, personas provenientes de fuera de la localidad de Inca y jóvenes de la localidad. 

Otra de las acciones y que me encanta porque toca la vertiente educativa con los más peques es la de su mascota ‘Crispina’ nacida del proyecto «Dóna vida a la nostra mascota», una iniciativa puesta en marcha con el objetivo de buscar la implicación, la imaginación y la ilusión de los niños y jóvenes escolares de Mallorca para dotar de vida propia a la mascota a través de un nombre propio y una breve historia sobre alguna anécdota relacionada con su vida en una fábrica de calzado. Una gran idea para acercar los antepasados de esta industria y su importancia a la generación más joven. 

Y la última de las acciones nos permitió vivir el museo de forma interactiva y diferente gracias al proyecto de Reskate Studio, un estudio formado por María López y Javier de Riba que produce proyectos de carácter artesanal en diferentes disciplinas: diseño gráfico, ilustración, instalaciones y muralismo. ¡Una experiencia única!

De esta manera en la primera parada volví a mis inicios y a mi auténtica devoción, los zapatos. 

Dos curiosidades: ¿Sabéis qué para fabricar un zapato se necesitaban 200 procesos diferentes?. ¿Sabéis cuánto tardaba una aprendiz en aprender el proceso? ¡Nada más y nada menos que de 4 a 8 años! 

Ah! Para los más futboleros, y aquellos que me conocen, saben que de colchonera tengo algo… Cuál fue mi sorpresa cuando en un mueble del museo vi colgada una entrada de fútbol con el nombre de dos equipos: Atlético de Madrid – Constancia. ¡Y sí! Allí descubrí que el Club Constancia de Inca estuvo muy ligado a la industria del calzado, es decir, la gran influencia de la industria fue tan importante que creó este club de fútbol. 

Seguimos por lugares que aunque he visitado mil veces Inca, aún no había frecuentado. Uno de esos lugares era el Convento de Sant Bartomeu donde se unen arte, patrimonio y cultura y donde nos recibieron con música al ritmo de violín y clarinete.  

Allí también nos esperaba uno de los artistas mallorquines de gran renombre, Joan Bennàssar. Pollencí de nacimiento y a quien yo conocía por haber sido uno de los artistas que interpretó con su estilo más personal el logo de IB3 allá por el año 2007.

Bennàssar nos descubrió allí su obra ‘Camí de Lluc – Refugios de amor y ofrecimiento’ creada en un año de incertezas y con la motivación de aportar esperanza a quien llega a Lluc después de realizar el esfuerzo del camino. Ya sabéis lo mucho que me gusta todo lo relacionado con los caminos y la espiritualidad.

Así nos explicó la ruta tradicional que empieza en Inca, pasa por Selva y Caimari, cruza Escorca y llega a Lluc, transitando por rincones mágicos de la Serra de Tramuntana y que permite disfrutar de su obra.

Ah! Se me olvidaba, este convento también es llamado el Convento de ses monges tancades… pues sí, en este lugar que data del 1667 y de estilo Barroco vivían las monjas jerónimas allí encerradas.  

Antes de nuestra próxima parada, realizamos la ruta a pie y cual fue mi sorpresa cuando vimos algunos molinos por aquella zona, y es más, cuando Sandra Llabrés me comentó que en el 1988 el primer informativo de la televisión de Inca se hizo en uno de ellos… ¡Insólito! Aquí os dejo la foto de alguno de estos molinos que han reformado para convertirlos en viviendas y que a día de hoy no me negaréis que embellecen aún más el municipio. 

Fuimos bajando hacia el centro y pasamos por uno de los edificios que muy pronto volverá a recuperar su esencia, ese es el Teatre Principal de Inca. Un lugar que fue un referente cultural en el que actuaron Sara Montiel y Manolo Escobar y al que acudían en tren personajes VIP desde Palma.  

La última parada antes de pintar el estómago en aquel día fue el Claustro de Santo Domingo. Allí nos esperaba un lugar cultural que llegó a ser en sus antepasados una prisión, un cuartel de la Guardia Civil e incluso una plaza de toros para personajes VIP, eso sí, hasta que el ayuntamiento lo compró y lo convirtió en un emblema de la cultura del municipio y un lugar perfecto para la realización de eventos.  

Allí nos esperaba una de las actividades que siempre me dejan en desventaja. Francisca Truyols nos había preparado algunos siurells en blanco para que nosotros mismos les diéramos color, eso sí, no en color rojo y verde como estábamos acostumbrados de otras experiencias como en Som de Mallorca Marratxí. No… de 4 colores! Introducimos el amarillo y el azul, y para los que no sepáis que es el siurell os puedo decir que es una figura de barro con un silbato, característica de la cerámica popular mallorquina. Antiguamente considerada una actividad complementaria de las ollerías, estaba elaborada por las mujeres de los olleros. En muchos eventos en la isla se suele regalar de obsequio o incluso de ‘trofeo’ en gala de premios. 

Comida en Celler Can Ripoll

Llegó el momento de la comida y justo repetía lugar en solo dos días. Una vez más el municipio me seguía sorprendiendo. Llegaba a uno de los lugares que había conocido el jueves por la noche y que gozaba de una maravillosa e idílica terraza exterior con toques que me evocaban a París. Pues dos días después, me volvía a sorprender con su interior al más puro estilo de celler mallorquín. Ese era el restaurante Celler Ca’n Ripoll, situado en el centro de Inca y en un edificio de patrimonio nacional que empezó siendo una bodega de vino en el año 1768. 

Joan Gual fue quien nos dió la bienvenida y nos empezó a camelar con sus deliciosos platos tradicionales que no puedes dejar de pedir si quieres descubrir el verdadero sabor mallorquín y que te resumo en: pa amb allioli, frit mallorquí, croquetas caseras, bacalao con sobrasada y miel, gató con helado de almendra y mi favorito… llonquillo de chanquete.

Sin ninguna duda si lo que buscas es comida casera y tradicional mallorquina, este es vuestro sitio y en el que además te encontrarás rodeado de barricas de vino y un ambiente como si estuvieras en una bodega pero ahora convertida en restaurante, algo muy típico en este municipio. Además, si eres de los que buscan celebrar un evento, el local dispone de varias salas privadas. 

Como entenderéis, tras el estómago lleno y con una mañana tan intensa… ¿Qué pensáis que volvía a aparecer en mi cabeza? Pues sí, el Ocean Spa & Wellness, un lugar del que Nadia y yo no fuimos capaz de salir en toda la tarde mientras veíamos como en el exterior llovía como si no hubiera un mañana… pero… ¿sabéis qué? Con lluvia en el exterior, aún se realza más el encanto del Hotel Port Blue Pollentia Resort. Y si no… ¡ya me lo dirás!

Domingo

Una de las cosas que se respiraba como si viviéramos una nueva vida, era el ambiente en el hotel. El equipo volvía a trabajar, volvía a juntarme con gente, los turistas volvían a los hoteles, el buffet volvía a ser un pecado para mí y la verdad, parecía mentira después de tantos meses de pandemia… En definitiva, volvíamos al renacer, y eso, a mí por lo menos me llenó de alegría. 

Tras un discreto desayuno en el hotel, poníamos el turbo – nunca mejor dicho – para llegar a uno de los lugares, que sin ninguna duda, para los que formábamos parte del Blog Trip nos hacía mucha ilusión: primero porque normalmente cierra los domingos y segundo porque ha logrado consolidarse como un referente en la isla y fuera de ella. 

El Forn de Sant Francesc 

Una de las paradas que no puedes dejar de hacer en Inca, es la parada dulce, y si estás leyendo y piensas que te podrás resistir, te digo que no sabes lo que te estas perdiendo 😉

Ese domingo ya nos esperaba Joan Seguí, quien tras más de 100 años de tradición familiar de este horno artesanal, a día de hoy, ha logrado consolidarse como un referente en el mundo de la gastronomía y en el de la comunicación offline y online. Sin ninguna duda, ha hecho de su producto un éxito para el paladar, pero también para el paladar virtual provocando salivación constante con sus vídeos y fotografías.  

Joan es ‘famoso’ – aunque se que a él no le gusta este término para definirse pero yo pienso que es de las pocas personas que rinden homenaje a esta palabra – por sus ‘ensaïmadas’, premiadas como las mejores del mundo en 2017, y sus ‘doblegats’ de chocolate. 

Como os he dicho, Joan no es solo un éxito de la gastronomía artesanal sino también de las redes sociales y sino mira su cuenta en Instagram: @forn_santfrancesc. 

Para este domingo Som de Mallorca y Joan nos habían preparado un taller gastronómico en el que pudimos ver el proceso de principio a fin de cómo elaborar este dulce típico mallorquín que es la delicia de todo aquel que visita nuestra isla, la ‘ensaïmada‘. Además, nos explicó cómo ha podido ampliar las instalaciones y nos mostró detalles que aún conserva, ya que, ese lugar fue durante años la casa de sus abuelos. 

Cada uno de nosotros pudimos experimentar con nuestras propias manos en qué consiste cada mañana el trabajo de Joan y el secreto de su proceso, pero eso sí, el secreto está en la masa y ese secreto solo es suyo. No nos marchamos de allí sin antes descubrir la joya de la corona, el horno obrador de pan. Un lugar único y exclusivo con más de 70 años de historia, para hornear 250 panes al día de lunes a viernes y hasta 500 el sábado.

Ah!!! Y claro está, tampoco nos íbamos a ir sin nuestra ‘ensaïmada’ y sin descubrir, en vivo y en directo, el espectáculo al ver como Joan prepara la ‘ensaïmada’ de crema quemada.

Por cierto! Las tienes rellenas de Ferrero Rocher, de Kinder Bueno, de crema quemada, de chocolate blanco… y si quieres seguir abriendo boca, ya te he avisado… síguele en Instagram y no volverás a tener mañanas virtuales no dulces. 

Con una sonrisa de oreja a oreja, y ya bien entrados en casi el mediodía, nos faltaba descubrir la riqueza enológica en las ‘Cases de Son Bordils’ en el sureste de Inca. 

Allí nos explicaron como desde el año 1360 la familia Bordils ya puso en marcha los viñedos y la semilla de lo que a día de hoy era la finca. Tras un recorrido histórico por las andanzas de Manuel de Villalonga iniciamos un recorrido por la posesión mallorquina que me sorprendió por las posibilidades que ofrece para realizar cualquier evento y sobretodo por la historia y detalles que aún guarda en el patio que albergaba el punto de recepción en época de vendimia. 

Era el momento de degustar cada una de las variedades vinícolas que la bodega ofrece, aunque he de decir, que el día anterior en el Celler de Can Ripoll ya habíamos alucinado con ‘Son Bordils Negre’.

Pero es que aún quedaba por probar el Muscat (más seco) y el Blanc de raïm Blanc (Prensal 100%) que me encantó. Para los que no lo conozcan, ‘prensal’ es una variedad de uva blanca considerada autóctona de la isla de Mallorca, donde ya era cultivada en el siglo XIX con los nombres de Prensal, Moll y Pansal Blanc. Un vino que en mi nariz dejó aromas cítricos y tropicales; lima, papaya, piña mezclados con tonos de frutas de árbol; melocotón, pera y un toque de manzana verde. 

Entre bugambilia y aromas tropicales en mis papilas gustativas nos dirigimos al Puig de Santa Magdalena a tan solo 6 kilómetros del municipio y a poco más de 300 metros sobre el mar. Allí, Tomeu nos explicó en qué consistía la romería de Santa Magdalena. Un evento muy ‘arrelat’ para los inqueros – así se denomina a los residentes del municipio – que se suele celebrar en el mes de abril con actuaciones, foguerons, baile, juegos e, incluso, con paella y música gracias a una colla de xeremiers (aquel músico que toca la xeremia, un instrumento típico de viento de madera).

También visitamos la ermita de origen gótico y con más de 600 años, y desde su interior nos dirigimos a una terraza desde la que pudimos ver una panorámica espectacular de todo el municipio que nos había acogido para mostrarnos todos sus encantos y seducirnos para volver una vez más. 

Pero además de vistas en este Puig encontráis un lugar donde poner el punto y final perfecto a vuestra visita, el restaurante del Puig de Santa Magdalena. Un lugar en el que podrás satisfacerte a la perfección con una paella, con suculentas tapas, con postres para caerte de la silla y como no, de una amplia selección de carnes premium que reclamaron mi especial atención para mi visita más que segura a este restaurante. 

Con esta experiencia gastronómica poníamos punto y final a un maravilloso fin de semana, que brilló, una vez más, por la magnífica y dedicada organización de Mar y Tomeu – artífices del Blog Trip Som de Mallorca -, la máxima implicación del Ajuntament d’Inca en la iniciativa del lugar y la magnífica compañía del grupo que aún en pandemia no ha dejado de seguir promoviendo los enclaves singulares y los comercios y empresas que forman parte del tejido productivo y empresarial de nuestra isla, Mallorca. 

Y es que aunque sabemos que lo bueno se hace corto, para mí ese fin de semana permanecerá en mis papilas gustativas, en mi olfato, en mi tacto, en mi vista y en mi memoria. Inca te guardo en mí. 

Gracias @somdemallorca @incaciutat y @mallorcatourism por hacerlo posible. 

Por cierto, espero que si has llegado hasta el final, vuelvas a comenzar mi experiencia convirtiéndola en la tuya propia. Y si te gustó, no dudes en contarla etiquetando en redes el usuario @somdemallorca, seguro que a los organizadores y a mí nos hará mucha ilusión saber que despertamos esa curiosidad en ti.